Cuando de niña tenía que terminar algún proyecto o quería alcanzar una meta, mi mamá me decía: “Si tienes prisa, ve despacio.”
Al principio, yo no entendía a qué se refería. ¿Cómo podía ir despacio si quería terminar algo pronto? ¿Si quiero llegar a un lugar rápidamente, debo manejar despacio? ¿Si quiero terminar mi tarea para después ir a jugar, la debo hacer lentamente?
Ella me enseñó lo que me quería transmitir; me dijo, “Si lo haces con prisa por terminar rápido, te puedes equivocar y tendrás que volver a empezar; eso hará que al final te tardes más.”
Entonces, si uno quiere obtener resultados oportunos que se apeguen a la expectativa, hay que planear, concentrarse y ejecutar con precisión.
Ahora, con los años puedo asegurar que todo eso está bien, pero hay que ser cauto en esto porque, por otro lado, detenerse demasiado en el detalle buscando perfección puede provocar estancamiento y, entonces, los proyectos se retrasan, quedan inconclusos, o de plano nunca empiezan.
Cuando sientas que estás desgastando tu energía tratando de resolver problemáticas o si te sientes estancado o estancada, en lugar de seguir avanzando creyendo que así terminarás rápidamente, haz una pausa para entender, acomodar, fijar tu propósito, hacer un plan y volver a la acción con una estrategia que te permita alcanzar los resultados que esperas. Si tienes prisa, ve despacio.
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